El
desarrollo de la actividad turística tiene consecuencias sobre el entorno – destino, ciudad, región, etc.– en que se
desarrolla; no es, pues, una actividad
neutral. Denominamos impactos a estas consecuencias, y pueden ser positivos y negativos. Podemos analizar
dichos impactos en función de tres
dimensiones: impactos económicos, impactos medioambientales e
impactos socioculturales.
3.1.
Impactos medioambientales positivos
Veamos cuáles pueden ser los impactos
medioambientales positivos asociados con
la actividad turística:
a)
Mayor conciencia medioambiental.
b) Interés por la regeneración de espacios
naturales, rurales y urbanos.
c) Preservación de hábitats naturales,
edificios, atractivos y lugares históricos.
d)
Desarrollo de atracciones de ocio que también serán utilizadas por la
población local.
e)
Establecimiento de áreas protegidas (espacios protegidos, parques
naturales, etc.).
f)
Lucha contra la contaminación.
g)
El turista quiere (y demanda) un medioambiente de gran calidad.
En definitiva, la actividad turística puede
contribuir muy positivamente a la mejora
del entorno medioambiental, a su preservación y a una mayor valoración del mismo.
3.2. Impactos medioambientales
negativos
Consideremos a continuación los impactos
medioambientales negativos:
a)
Exceso de demanda y sobreutilización de los recursos naturales.
b)
Congestión: concentración de turistas en áreas y en tiempo.
c)
Pérdida del paisaje natural por un exceso de construcción o por permitirla en lugares de interés turístico.
d)
Construcciones mal realizadas que pueden dañar áreas: “contaminación arquitectónica” debido a la arquitectura
estandarizada, yuxtaposición de estilos
arquitectónicos diferentes, etc.
e) El desarrollo turístico puede destruir
los recursos naturales.
f)
Contaminación atmosférica, del agua y visual.
g)
Generación de basuras.
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